jueves, 22 de octubre de 2015

LEYENDA DE LA ALBERCA

Eran los días de la evangelización en estas tierras por los franciscanos, quienes siguiendo el ejemplo de sus jefes se dejaban bautizar, pero aun había otros que se negaban a aceptar otro Dios y creencias.
 El cerro de los Espinos y el lago que encierra en su seno, era un sitio consagrado a su deidad del agua“Tiripeme”.  Era allí a donde las mujeres subían, para luego bajar hasta su centro –ya que siendo un volcán  de agua esta ocupaba el fondo del cráter–, para dedicarse a lavar y bañarse, pues nuestros indígenas eran aficionados al aseo corporal mediante el baño, costumbre no arraigada en los conquistadores.


 Los frailes con el tiempo estaban ganando aquellas almas nobles, ante esto el demonio comenzó a mostrar su enojo, cuando las mujeres bajaban para acercarse a la redonda orilla a lavar o bañarse agitaba con tal fuerza el agua, haciendo un terrible remolino, que el líquido abandonaba sus márgenes, levantando grandísimas olas que golpeaban aquellas circundantes paredes del interior del cono.
 Las mujeres aterradas trataban de correr hacia lo alto; quienes lograban escalar la empinada cuesta, al volter la cara para ver qué pasaba, su sorpresa era mayúscula, pues veían en medio de aquel lago, la cabeza del diablo, con grandes cuernos como de toro y con una feroz sonrisa que se desataba en carcajadas que atronaban aquel espacio quieto y silencioso de otros tiempos y ahora con horribles truenos.
 La fuerza del agua que movía aquel diabólico remolino, era tal que llego a alcanzar a algunas mujeres, quienes aparecían ahogadas. Como el fenómeno se repetía, los habitantes de la región acudieron afligidos con Fray Jacobo Daciano para referirle tan terrible mal. El bendito padre escuchó con paciencia y les dijo que solo había una manera de echar fuera al diablo de aquella alberca, y esta era la de bautizarla. Conformes con ello, se preparó todo para la ceremonia; era el 15 de octubre de 1550, el sol iluminaba esplendida la mañana. Fray Jacobo ascendió la cuesta y se paró en lo alto del cerro, dominando con su vista aquel hermosísimo paisaje, la redonda alberca, tranquila, albergaba aquellas verdes aguas que parecían dormir; suave se escuchaba el canto del viento, en aquel impresionante silencio. El santo varón alzo en su mano la cruz, símbolo de su religión, y comenzó la ceremonia del bautizmo de la alberca, presenciada por una multitud.



 Todo transcurría en paz, más cuando Fray Jacobo roció con el agua bendita aquellas aguas, se levantó con toda furia un gigantesco remolino y un viento muy fuerte, el estruendo fue espantoso y el diablo que allí habitaba salió huyendo enojadísimo; el padre Daciano continuó tranquilo con la ceremonia diciendo: “Yo te bautizo con el nombre de Santa Teresa”. Y desde aquel día, el 15 de octubre es costumbre celebrar la fiesta de Santa Teresa, en aquel hermoso lugar.

4 comentarios:

  1. muy interesante historia, esta impresionante la alberca

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  2. LA PROXIMA VEZ QUE VALLA A ZACAPU TENEMOS QUE IR XIME.... ES ALGO QUE TENEMOS PENDIENTE

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    Respuestas
    1. ps pon fecha, es un lugar muy bonito la verdad, hasta para hacer una carnita azada, o nos metemos al agua a pesar de la leyenda

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    2. ps pon fecha, es un lugar muy bonito la verdad, hasta para hacer una carnita azada, o nos metemos al agua a pesar de la leyenda

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