LEYENDA DE LA ALBERCA
Eran los días de la evangelización en estas tierras por los
franciscanos, quienes siguiendo el ejemplo de sus jefes se dejaban bautizar,
pero aun había otros que se negaban a aceptar otro Dios y creencias.
El cerro de los Espinos y el lago que encierra en su seno, era un
sitio consagrado a su deidad del agua“Tiripeme”.
Era allí a donde las mujeres subían, para luego bajar hasta su centro –ya
que siendo un volcán de agua esta ocupaba el fondo del cráter–, para
dedicarse a lavar y bañarse, pues nuestros indígenas eran aficionados al aseo
corporal mediante el baño, costumbre no arraigada en los conquistadores.
Los frailes con el tiempo estaban ganando aquellas almas nobles,
ante esto el demonio comenzó a mostrar su enojo, cuando las mujeres bajaban
para acercarse a la redonda orilla a lavar o bañarse agitaba con tal fuerza el
agua, haciendo un terrible remolino, que el líquido abandonaba sus márgenes,
levantando grandísimas olas que golpeaban aquellas circundantes paredes del
interior del cono.
Las mujeres aterradas trataban de correr hacia lo alto; quienes
lograban escalar la empinada cuesta, al volter la cara para ver qué pasaba, su
sorpresa era mayúscula, pues veían en medio de aquel lago, la cabeza del
diablo, con grandes cuernos como de toro y con una feroz sonrisa que se
desataba en carcajadas que atronaban aquel espacio quieto y silencioso de otros
tiempos y ahora con horribles truenos.
La fuerza del agua que movía aquel diabólico remolino, era tal que
llego a alcanzar a algunas mujeres, quienes aparecían ahogadas. Como el
fenómeno se repetía, los habitantes de la región acudieron afligidos con Fray
Jacobo Daciano para referirle tan terrible mal. El bendito padre escuchó con
paciencia y les dijo que solo había una manera de echar fuera al diablo de
aquella alberca, y esta era la de bautizarla. Conformes con ello, se preparó
todo para la ceremonia; era el 15 de octubre de 1550, el sol iluminaba
esplendida la mañana. Fray Jacobo ascendió la cuesta y se paró en lo alto del
cerro, dominando con su vista aquel hermosísimo paisaje, la redonda alberca,
tranquila, albergaba aquellas verdes aguas que parecían dormir; suave se
escuchaba el canto del viento, en aquel impresionante silencio. El santo varón
alzo en su mano la cruz, símbolo de su religión, y comenzó la ceremonia del
bautizmo de la alberca, presenciada por una multitud.
Todo transcurría en paz, más cuando Fray Jacobo roció con el agua
bendita aquellas aguas, se levantó con toda furia un gigantesco remolino y un
viento muy fuerte, el estruendo fue espantoso y el diablo que allí habitaba
salió huyendo enojadísimo; el padre Daciano continuó tranquilo con la ceremonia
diciendo: “Yo te bautizo con el nombre de Santa Teresa”. Y desde aquel día, el
15 de octubre es costumbre celebrar la fiesta de Santa Teresa, en aquel hermoso
lugar.
muy interesante historia, esta impresionante la alberca
ResponderEliminarLA PROXIMA VEZ QUE VALLA A ZACAPU TENEMOS QUE IR XIME.... ES ALGO QUE TENEMOS PENDIENTE
ResponderEliminarps pon fecha, es un lugar muy bonito la verdad, hasta para hacer una carnita azada, o nos metemos al agua a pesar de la leyenda
Eliminarps pon fecha, es un lugar muy bonito la verdad, hasta para hacer una carnita azada, o nos metemos al agua a pesar de la leyenda
Eliminar