viernes, 23 de octubre de 2015

LAS MUJERES EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

LAS MUJERES EN LA REVOLUCIÓN MÉXICANA



Cuando pretendemos indagar sobre la presencia y participación de las mujeres en la Revolución mexicana el primer problema al que nos enfrentamos, después de revisar la escasa bibliografía que existe sobre el tema, (1) es el tratamiento que en los textos de historia se le da al papel protagónico femenino.
"En la Revolución, iniciada en 1910, la mujer poblana tuvo una participación tan importante como ejemplar por su abnegación y valentía, y sería imperdonable que la historia no recogiese, siquiera sea en brevísima síntesis, la labor de tantas heroínas que contribuyeron a crear el actual orden social". (2)
Destaco heroínas, porque es precisamente el carácter heroico, el tratamiento de vidas ejemplares, lo que nos cierra la posibilidad de entrar en un diálogo con seres humanos del pasado, en este caso mujeres, inquietas y conscientes algunas, presentes la gran mayoría que participan de diversas maneras en una guerra civil que conmocionó al país por una década, cobrando un saldo de aproximadamente un millón de mexicanos.
La lucha armada revolucionaria (1910-1917) contó con la participación de hombres y mujeres en los distintos grupos, sectores y clases que trataban de dar forma a una nueva nación.
Un proyecto nacionalista que involucró y movilizó al campesino -la población más numerosa de esos años-, a los obreros, a las clases medias y a la burguesía nacional.
Con expectativas diferentes y a veces contradictorias se integraron a las distintas facciones revolucionarias que contendieron en la guerra civil.
Desde el movimiento precursor magonista que actuó como fuerza de oposición a Díaz, el maderismo y el constitucionalismo que enarbolaron la bandera de la democracia, hasta la contrarrevolución huertista y los movimientos populares: villismo y zapatismo, actuaron todos en defensa de sus programas y objetivos de lucha, a veces haciendo un frente común, otras en forma independiente, y otras más enfrentándose entre sí.
Lo cierto es que al cabo de una década lograron transformar al país.
La promulgación de una nueva Constitución en 1917 cierra un ciclo de guerra civil y encauza al país por la vía institucional.
Todos estos acontecimientos que fueron modificando a México, también fueron transformando la vida de las mujeres.
Cambios que no fueron consecuencia directa de la Revolución, éstos se gestaron desde los últimos años del siglo pasado.
Bien, una vez aclarado que nuestro interés no se centra en la vida de las heroínas, ¿qué significa entonces hablar de la presencia de las mujeres en la Revolución mexicana?
Significa recuperarlas como sujetos históricos que lucharon y participaron en forma comprometida, desde los distintos frentes, en las diversas facciones y etapas del proceso revolucionario.
La revisión historiográfica y la incursión en fuentes hemerográficas y de archivo hizo posible conformar un panorama inicial sobre la participación de las mujeres en la Revolución mexicana y estructurarlo atendiendo a una periodización más amplia 1880-1920, que nos permita explicar el papel desempeñado por las mujeres, así como el significado y contextualización de las acciones que realizaron como integrantes en las diversas facciones revolucionarias: soldaderas, empleadas, obreras, periodistas, maestras, profesionistas; y en la lucha feminista que ya desde el porfiriato cuestionaba el papel subordinado de la mujer, y que en el periodo revolucionario cobra importancia, crece en participación, e incluso se hace oficial dentro del constitucionalismo con la propuesta presentada por Hermila Galindo al Congreso Constituyente en 1916.
Presentar este panorama histórico es el objetivo de esta ponencia.
En las últimas décadas del siglo pasado, la presencia de las mujeres en el escenario político se hace más explícita, en parte como resultado de la mentalidad de "modernidad y progreso", que caracterizó a aquella época, durante la cual un nuevo discurso comenzó a cuestionar la función social de las mujeres y a plantear demandas específicas de género: (3) mayor acceso a las instituciones educativas, al trabajo remunerado, y a la participación política, las enarbolan como bandera de lucha. Peticiones que surgen fundamentalmente de los sectores medios ilustrados.
El proceso de industrialización iniciado en el porfiriato abrió a las mujeres las puertas de fábricas, talleres, comercios, oficinas públicas, (4) y amplió también su participación dentro del magisterio.
Con la creación de la Escuela Normal de Profesoras en 1888, la profesión de maestra cobró una importancia que hasta entonces no tenía; mientras que al inicio del régimen 58.33% del profesorado eran hombres y 25% mujeres, para 1900 la proporción se había invertido en 32.50% hombres y 67.50% mujeres, y en 1907 las estadísticas registran 21.71% hombres y 78.29% mujeres. (5)
Con ello el magisterio se convirtió en la gran oportunidad de profesionalización para la mayoría de las mujeres.
La Escuela de Artes y Oficios y la Mercantil "Miguel Lerdo de Tejada" de Señoritas, fueron también otra opción de desarrollo profesional en ciertos sectores sociales, y en menor escala el periodismo y las letras.
La mujer empieza a salir de los estrechos límites del hogar para desarrollar otras actividades, preocupación que se expresa en la prensa de la época, en tanto la emancipación podía significar la renuncia de ellas a su función "natural" de esposas y madres.
El Clarín, periódico de Guadalajara publicaba al respecto:
"Las señoras y señoritas de la capital muy activas, asaz varoniles que pronuncian discursos, componen piezas musicales y abrazan y besan en público [...] esos arranques viriles del sexo débil, francamente no nos gustan; saquen ustedes a la mujer de su natural esfera de acción, sepárenla de la tarea de pegar botones, de confeccionar un guiso ó de enseñarles una oración a los chicos [...] y lo habrán hechado todo a perder por más que en lo contrario opina la renombrada escritora Dña. Concepción Gimeno de Flaquer. La mujer a sus labores: eso de decir discursos y encabezar motines, se queda para nosotros que llevamos pantalones. No hay que confundir los sexos". (6)
El Colmillo Público, de la ciudad de México declaraba:
"Las mujeres que hablan de feminismo no son buenas, y quieren llamarse en vez de malas, adelantadas y liberales, que es nombre que suena mejor". (7)
La influencia de los movimientos feministas europeos y del sufragista estadunidense se deja sentir en los escritos de un grupo de mujeres, que se convierten en portavoces de las ideas emancipadoras, aprovechando el espíritu progresista e innovador de la época.
Desde finales del siglo XIX la prensa constituyó el espacio donde ese sector femenino expresó la necesidad de redefinir no sólo la función social de la mujer, sino de luchar por su emancipación por medio del estudio y del trabajo remunerado. (8)
Este grupo de mujeres comienza a manifestar sus opiniones en periódicos y revistas femeninas.
La Mujer, La Mujer Mexicana, El Álbum de la Mujer, El Correo de las Señoras, Violetas de Anáhuac, entre otras, concebidas por y para mujeres, nos dan cuenta del interés de esas nuevas generaciones por comunicarse; fue la pluma de profesoras, escritoras y profesionistas (9) la que inicia un cuestionamiento sobre la desigualdad intelectual entre los sexos, y se expresa a favor de la emancipación femenina en términos de educación e ilustración igualitaria que les permitiera participar en los distintos campos de la cultura y la política.
No obstante su reducido número, se dieron a la tarea de reflexionar sobre los derechos y prerrogativas de las mujeres mexicanas, convirtiéndose en la vanguardia dedicada a elaborar las primeras reivindicaciones.
También constituyeron en 1904, la primera organización feminista denominada Sociedad Protectora de la Mujer, integrada por María Sandoval de Zarco (la primera abogada graduada en México en 1889) y por otras mujeres profesionistas preocupadas "por lograr el perfeccionamiento físico, intelectual y moral de la mujer, el cultivo de las ciencias, las bellas artes y la industria".
Se ocuparon además de defender a las mujeres presas y perseguidas por cuestiones políticas. (10)
Por su parte, la prensa obrera, respecto a las mujeres, se encarga de denunciar sus problemas laborales.
La explotación que vive este sector proletario (bajos salarios, largas jornadas de trabajo, carencia de prestaciones, situación de las organizaciones gremiales, etc.) son los temas más recurrentes, sin dejar de reiterar las prescripciones propias de una moral burguesa.
La importancia de la función en la sociedad de las mujeres como esposas y madres, la necesidad de educación como medio para emanciparlas, y la lucha por mejores condiciones de trabajo para evitar la prostitución. (11)
En los primeros años del siglo XX empiezan a surgir organizaciones de trabajadoras (integradas por maestras normalistas y obreras textileras principalmente) que se vinculan al Partido Liberal Mexicano desarrollando una intensa labor política en contra del régimen de Díaz, lo que causó la persecución y el encarcelamiento de algunas de sus integrantes.
Juana Belén Gutiérrez de Mendoza (editora del seminario Vésper); (12) Dolores Jiménez y Muro (colaboradora en la revista La Mujer Mexicana, redactora y firmante del Plan político-social de la Sierra de Guerrero, el antecedente más inmediato del Plan de Ayala, documentos en el que también participa de su elaboración, (13) y Elisa Acuña y Rosetti (integrante del centro director de la Confederación de Clubes Liberales en 1903 y editora de La Guillotina, periódico que ella misma financiaba) fundaron en la cárcel la sociedad "Hijas de Cuauhtémoc".
Además de protestar por los excesos cometidos en el porfiriato y pronunciarse a favor del antirreeleccioriismo, se expresaron partidarias del reconocimiento de la igualdad de la mujer con el hombre.
Otra de las primeras organizaciones revolucionarias que hizo suyo el Programa del Partido Liberal Mexicano fue la denominda Hijas de Anáhuac, fundada en Tizapán, D.F., en 1907, por obreras textileras.
Además de luchar por los principios del magonismo (motivo por el que algunas de sus dirigentes padecieron arrestos y encarcelamientos), se pronunciaron a favor del mejoramiento social de la mujer obrera. (14)
Todas estas mujeres fueron propagandistas activas de las ideas del magonismo y las que sobrevivieron más tarde fueron protagonistas en el movimiento armado.
No fue entonces a partir de 1910 que se empezó a cuestionar la condición subordinada de la mujer, ya que si bien la Revolución mexicana es un verdadero parteaguas, alteró y modificó sus formas de vida, antes de esta revuelta existió gran participación femenina en distintos ámbitos y niveles.
LAS SOLDADERAS
La mujer no se incorporó a "la bola" por primera vez en la Revolución, durante los conflictos armados que vivió el país a lo largo del siglo XIX, a la mujer del campo, compañera del soldado federal (por extensión llamada "soldadera"), la vemos enrolada en los ejércitos, desempeñando además de las tareas tradicionales las que surgen como parte de la guerra.
Julio Guerrero en su libro La génesis del crimen en México, publicado en 1901, aporta una caracterización de las soldaderas decimonónicas:
"Estas mujeres durante el día no tienen más hogar que la calle; y la cuadra del cuartel en la noche. Sentadas en la banqueta, con el perro á sus pies, y el muchacho recostado contra el canasto, forman frente á los cuarteles, grupos que ocupan media calle; acompañan al marido ó amacio en sus marchas militares, llevando á cuestas al niño de brazos, al canasto lleno con ropa y los trastos de guisar [...] La mayor parte son concubinas de los soldados pero fieles, y jamás tienen dos amacios á la vez [...] Son celosas y valientes, habiendo, muchas veces, saqueado las poblaciones pequeñas; pues se encargan de procurar alimentos á la tropa; y los consiguen por la fuerza, cuando los rehusan los dueños de tiendas, corrales ó rancherías". (15)
Si bien es cierto, las imágenes de las soldaderas que conocemos son producto de la Revolución; las recrean los corridos, los archivos fotográficos guardan en sus negativos tanto escenas de vida cotidiana en los campamentos, como las más difundidas en las que las vemos retratadas portando carabinas y cananas, los pintores las han inmortalizado en sus murales, descripciones de viajeros y novelas de la época registran sobre todo las hazañas de coronelas y generalas que tuvieron mando de tropa. (16)
La gran mayoría de mujeres campesinas se incorporan a los distintos ejércitos en función de su lugar de origen, acompañando al padre, esposo o hermano, por propia voluntad o bajo el viejo sistema de leva.
El rapto y la violación fueron actos de agresión que las mujeres padecieron en este periodo de ilegalidad y en nombre de las distintas facciones. Diversos relatos hablan de esos abusos sexuales.
"En el norte reina una total ilegalidad, en cualquier parte los hermanos se matan entre sí, en tanto que a las hermanas las reparten como botín; (17)
"Una vez mi mamá me puso ropa de mi abuelita; mi abuelita ya había muerto, me puso unas enaguas y me sacaron a que fuera yo a moler nixtamal; y ¡que llegan los zapatistas aventando la puerta! [. . .] ¿Qué querían? preguntó [mi mamá] a los zapatistas. Pues unas gordas, algo de comer.
"Dice ella: pues, apenas está moliendo ella. Ahorita les hago unas memelas y vienen. ¡váyanse y den la vuelta! Ya pa' que te vayas p'alla, me dijo a mí. Si no, ¡capaz que te llevan! Yo tenía quince años.
"Se llevaron de aquí varias muchachas de soldaderas. Aquí de "La Fama"; se las llevaron a la fuerza. Pues ¡quién se iba con un calzonudo. (18)
"En el pueblo de Namiquipa, Villa lo sitió y ordenó matar a todos los hombres y las mujeres se las echó a la tropa... porque creía que eran enemigos de él, porque lo habían... él decía que lo habían traicionado. (19)
"También los carrancistas en Rubio, también se trajeron como unas catorce muchachas y hasta se querían traer mujeres casadas, y así". (20)
Temas como la violencia hacia las mujeres y la prostitución, no han sido abordados en forma sistemática.
Esta última reglamentada en el porfiriato, por considerarse "un mal necesario", vivió en la clandestinidad durante la Revolución.
Los burdeles representaron para muchas mujeres indigentes una forma de sobrevivencia; para otras quizá, la posibilidad de encauzar una sexualidad reprimida, que por tantos años había imperado como norma socialmente aceptada.
Incorporadas las soldaderas en los distintos grupos revolucionarios, participaron de muy diversas maneras.
"Encargadas de las tareas domésticas, como siempre, pero en tiempos de guerra en medio de condiciones más adversas, peregrinando de un lugar a otro, pernoctando en los campamentos improvisados, se ocuparon no sólo de alimentar a la tropa, lavar la ropa y cuidar a los hijos, sino también de atender a los heridos, servir de correos y de espías en los pueblos, abastecer de armas y brindar compañía sexual a sus hombres". (21)
Narraciones de mujeres zapatistas cuentan cómo fue su incorporación al ejército y describen su vida en los campamentos.
"Me fui porque quemaron Huitzilac y despoblaron, y claro que quemaron merito en 1911, cuando nos despoblaron. Cuando estalló la Revolución fue en 1910, hubo sitio, de ese sitio, al año como quien dice, sembramos nuestro granito de maíz, pero todo se quedó, trapos y ¡qué se entiende! todo se quedó ahí en la casa, todo... Entraron a quemar pero fue el gobierno, no los zapatistas, entró el gobierno. [A los hombres] se los llevaban lejos a guerrear y nosotras en el campamento. Pero nos dejaban un resguardo, por alguna cosa que hubiera. (22)
"Las esposas de los generales siguieron a sus hombres porque no había gente que les hiciera de comer, no había nadien, no sabían hacer nada y los soldados que llevaban sus esposas no querían tampoco que les ayudaran porque también ellas se cansaban. Andábamos todas con ellos en el monte, todos, sí. La vida en los campamentos era muy triste, muy dura". (23)
Un numeroso contingente de soldaderas, en el silencio y desde la invisibilidad cumplieron el importante objetivo de sostener la vida cotidiana de sus "juanes".
Cabría subrayar, sin embargo, que además de realizar las faenas domésticas desempeñaron tareas de mayor riesgo.
Un informante relata:
"Las mujeres con Villa tenían mucho corazón y mucho valor, eran espías en los campamentos federales, se hacían pasar como vendedoras, la tropa les decía "Marías", así ellas se fijaban en las trincheras, en el armamento, escuchaban de los movimientos y luego iban e informaban al general Villa". (24)
Muchas mujeres participaron como combatientes en las batallas, algunas ocupando el lugar del marido muerto -heredando incluso el grado militar- lograron ganarse el respeto de sus subordinados, otras haciéndose pasar por hombres se pierden entre la tropa y algunas más en forma sanguinaria implantaron justicia por propia mano. (25)
La literatura ha elaborado un estereotipo de estas soldaderas dotándolas de características tradicionalmente masculinas: la valentía, el aplomo y la bravura son atributos que se destacan en ellas.
Platica Tomasa García:
"A todas nos decían adelitas, pero la mera Adelita era de Ciudad Juárez ... ella decía: ¡Órale! Éntrenle y el que tenga miedo que se quede a cocer frijoles ... Éramos muchas: la Petra, la Soledá ... y la mayoría sí servíamos para combatir". (26)
Los papeles, aunque definidos ancestralmente, fueron trastocados en la Revolución, nuevas formas de relación se establecen entre hombres y mujeres, se rompen esquemas que habían imperado como norma de conducta.
La presencia femenina en la Revolución no se limita, empero, a las soldaderas; en ella participaron mujeres de distintos estratos sociales, en las distintas facciones y desde los distintos frentes:
"Las mujeres trabajaron como despachadoras de trenes, telegrafistas, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, mujeres de negocios y maestras". (27)

POR MARTHA EVA TOXHA ISLAS

Fuente:
Martha Eva Rocha Islas. "Presencia de las Mujeres en la
Revolución Mexicana: Soldaderas y Revolucionarias ", en 
Memoria del Congreso Internacional sobre la
Revolución Mexicana. 
Gobierno del Estado de
San Luis Potosí / Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana de la Secretaría de Gobernación.
Del 1o. al 5 de octubre de 1991, en el Teatro de la Paz,
de la ciudad de San Luis Potosí, S.L.P.
México, 1991, Tomo I – Páginas 182-197.

1 comentario:

  1. QUE TIEMPOS AQUELLOS... DE VERDAD QUE SE LES AGRADECE A TODAS A QUELLAS LUCHADORAS DE LA RELOCUCIÓN POR QUE GRACIAS A MUCHAS DE ELLAS HOY PODEMOS EXPRESARNOS, VESTIRNOS Y MANIFESTARNOS EN TODOS LOS SENTIDOS COMO NOSOTRO QUERAMOS!!

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